CLIMAPAISAJE
Aprovechando un descuido de los energúmenos (¡mis hijos!), golpeo con fuerza el interruptor de mi habitación y la dejo completamente a oscuras. Después les ordeno que hagan lo mismo en las suyas, que apaguen la televisión, el video, el ordenador, el frigorífico, el microondas, la lavadora, la calefacción, etcétera, y que vengan a sentarse a mi lado en la oscuridad de las últimas sombras. Evidentemente no llegamos a tiempo de apagar todos los aparatos electrónicos, pero esto tampoco me preocupa demasiado. A veces, sin saber bien porqué, me dejo arrastrar por las reglas de lo “políticamente correcto”, y sí, parece que lo del cambio climático va en serio, que hay que hacer algo, sin duda, y que tengo que empezar por aleccionar a los energúmenos… Pero luego, enseguida, me doy cuenta de que estoy jugando a un juego evidentemente absurdo, imaginario. Los chicos apenas si aguantan un par de minutos a oscuras; no tardan en volver a encenderlo todo. Y yo me pregunto angustiado: ¿sobreviviríamos, si fuera necesario, a un universo sin todas estas prótesis artificiales, electrónicas, a las que sin duda ya nos hemos acostumbrado?
Además, hay algo que me llama profundamente la atención y que ataca sin piedad, una y otra a vez, al núcleo desprotegido de mi pobre cabeza. Una de dos, pienso: o la cosa es ya terriblemente seria, casi irreversible, o vuelven a intentar engañarnos como a bellacos. ¿Qué hace ahora el tío Bush –me pregunto-, y General Electric, Alcoa, Dupont, Duke Energy, Caterpillar, BP América, Siemens, etcétera, exigiendo con urgencia una legislación que “reduzca significativamente los gases causantes del efecto invernadero”? “El nombre tradicional de aquel mes –escribió Ross Gelbspan- era enero. El verdadero es calentamiento global”. De acuerdo, así hemos aprendido la lección, pero ¿y ahora éstos? No lo hemos hecho nunca antes, ¿por qué tendríamos que fiarnos de ellos? Veamos. Etanol y Carbón líquido en lugar de la malvada gasolina. ¿Una alternativa estratégica en ciernes? ¿Un inesperado cambio de paradigma? La ciencia parece al fin haber convencido a la pesada industria del sistema, pero ¿y si las cosas no fueran tan terribles como ahora quieren pintarlas?

En un post de 11 de mayo de 2006, Antón Uriarte, climatólogo, comentaba un titular de El Diario Vasco de aquellas fechas y el contenido devastador de una de sus páginas interiores. El peligro para los habitantes de San Sebastián, según éstas, estaría llamando ya a las puertas: “en los próximos 50 años el nivel del mar subirá, en las costas donostiarras, aproximadamente 20 centímetros”, es decir, ¡menos de un palmo!
Para observar las cosas desde otra perspectiva (¡de acuerdo: quizás me estoy engañando!) voy a echar una ojeada ahora mismo a la visión técnica, climatológica, de Antón Uriarte, a ver si así logro despachar, de una vez por todas, a estos malditos fantasmas. Antón nos deja de regalo una fotografía de un día de oleaje de 1931, en la calle Aldamar de Donosti, donde podemos ver cómo el personal corre a protegerse de las aguas, mientras un hombre avispado trepa por la superficie de una farola y otea el horizonte.
Así podemos hacer también nosotros. Mientras los científicos discuten, las empresas se forran y los políticos ultiman estrategias, podemos ir buscando una larga y salvífica farola.
¡Idiota el último!
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